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domingo, 22 de noviembre de 2009

Breve crónica de la degustación de crepas de arenque

Era casi la 1:00 de la tarde cuando Papá me invito a comer.
Extraño, porque no había razón para hacerlo.

¡Lunes!
¿Algún motivo especial?
El trabajo había estado hecho bien y creo que en tiempo.
Desde nuestro regreso en 1983 de Fortín, ahora teníamos más tiempo para tratarnos y platicar más.
¿Esa era la razón?

Llamada especial,
tu Papa nos invito a comer,
a caray,
¿Con Mamá, Paty, Carlos y Marcos?
¿También Rosa?
¿También un nuevo lugar?
¿Mazurka?
¿Comida Polaca?
Bueno, ¡Pues vamos!

Durante el trayecto oímos las noticias
nada agradables,
San Juanico,
¿Acaso había oído alguna vez que existía?
¿Qué había gente que vivía ahí?
¿Terminales de Gas?
¿Pemex?
un mundo que consideramos lejano en aquel entonces,
cercano después de horas y horas,
de interminables historias.

Atentos a los llamados de coherencia y solidaridad
tratamos de comer sin saber nuestro destino inmediato:

¡CREPAS DE ARENQUE!

Qué platillo tan excelente
Tratamos de ingerir tan delicado platillo,
qué maravilla,
debe ser algo
que tiene por sí solo, mucho brillo.

No, no fue así,
el arenque no nos gusto más
y no nos gustará,

Mamá nos dijo que no nos gustará,
y por eso seguimos cuidando mucho qué comemos,
y cuidando también tener siempre servilletas prestas.

Mamá dijo, y así será.

Breve Crónica de la degustación de Crepas de Arenque en el
Restaurant Mazurka

Hace ya, en un día como hoy, a 25 años.

martes, 10 de noviembre de 2009

Así fue

Se sintió vencido, totalmente agotado y sin respuesta cuando se pregunto qué había pasado. Supuso, al revisar los papeles que tenía frente a él, y al sentir el dolor y la dureza extrema en sus manos, que en su inconsciencia había estado escribiendo, el chelo de Pablo Casals y su Portrait apenas era audible y aun con su melodía pausada y nítida, no pudo descifrar con certeza el sentido de aquellos documentos, menos aún establecer referencias sobre los personajes que integraban los relatos que escudriñaba. Al avanzar en la lectura, le asistieron algunos recuerdos sumamente extraños, llamaban su atención los párrafos escritos sin secuencia, pero en particular el hecho de que, contra la discordancia entre todos los textos existían algunas congruencias entre los personajes con coincidencias y recuerdos de realidades que no atinaba a ubicar. No era posible que ante lo indescifrable encontrara un placer distinto en oír la radio y continuar con aquella lectura, gusto que no ubicaba en el pasado cercano o en su memoria. Este hecho lo descentró repentinamente, sobre todo cuando todo cambio súbitamente al aparecer Mingus en el cuadrante y cuando se preguntó qué pasaba y en donde no atinaba saber siquiera quién era.

¿Qué hacía en aquella habitación en que el calor agobiaba y en la que los sonidos la convertían en un espacio amigable y armonioso?

Reiniciaba la lectura sin entender todavía qué pasaba cuando el silencio rompió el espacio y supuso entonces que debía existir alguna razón por la cual ocupaba aquel lugar, ese que, aunque vacío de hechos, estaba lleno de ausencias, recuerdos y sonidos que no podía enmarcar o definir, la somnolencia lo apesadumbraba, sin embargo al cubrirse la habitación con las palabras de Carlos Prieto platicando sobre Chelo Prieto le hicieron sentir la feroz necesidad de continuar.

¿Su mano y sinrazón habían sido artífice de aquellos manuscritos? ¿Su cansancio y fatiga tenían relación con la habitación y sus sonidos? ¿Por qué no podía ubicar ni recordar quién era? ¿Qué hacía ahí? ¿Escribía, leía o sólo escuchaba?

Al despertar supo que se había quedado dormido, había tratado en vano de entender lo que estaba escrito, el dolor de sus manos seguía siendo intenso, ahora una mezcla entre Blue Train y Take Five dominaban, por lo que sin entender la necesidad que le impulsaba a corregir el legajo que estaba leyendo continuo haciéndolo. ¿Si no había iniciado la escritura de esos papeles, para que los corregía?, menos aun entendía porque al tenerlos tendidos frente a él, no podía controlar la rabia de utilizar las plumas sobre la mesa, entonces en su delirio pensó que cuando escribió concientemente algunas líneas con estas plumas, tenía aquella libertad tan ansiada, ¿acaso al fin había aprendido a volar? Quizá esta encrucijada que enfrentaba no lo era tanto, existía la posibilidad de que esta fuera su realidad extrema, o tal vez simplemente seguía soñando y escuchando a su alrededor con algún propósito que no entendía, no era posible que tan desaliñado como se suponía tratara de entender su entorno o que ante su desesperación no despertara. ¿Había despertado o solo seguía soñando, soñando y por tanto soñando despierto?

No eran sólo los días extraviados, era todo lo que le rodeaba, le molestaba no saber por qué estaba solo en aquella habitación que nadie ocupaba, vacía, a pesar de que oía como eco a su alrededor algunas notas de Jacqueline Dupre.
Las fotografías que encontró en búsqueda de recuerdos sobre una pequeña bolsa le hicieron revivir vagamente algunas escenas, probablemente estaba casado si quiénes aparecían junto a él fueran su esposa e hijos, mas no había concordancia entre las primeras fotografías y las secuencias con que continuaban las tomas, eran fotos recientes o fotos de muchas épocas tomadas con un mismo rollo. ¿Woodstock? ¿Montreal? ¿Avandaro? ¿Montserrat?

Todas las imágenes y la música desaparecieron, también todo recuerdo contemporáneo, los sueños no habían fructificado, ¿Otra vez? ¿Sueños? Se vio ante el espejo y notó las huellas del cansancio acumulado. Había dejado de comer, las muestras de desnutrición lo señalaban así, no había descubierto o solucionado la realidad de los personajes de la terca lectura que había emprendido desde quién sabe cuándo, sin embargo ahora ésta sí tenía semejanzas aparentes con los hechos que consideraba recientes. Pese a los continuos murmullos que pretendía escuchar se suponía solo puesto que los platos que veía sobre el fregadero de la cocineta y al lado de la mesa dejaban cierto aroma de descomposición fruto de varios días sin aseo.

Puso a volar nuevamente su imaginación y en su fantasía trato de observarse a él mismo bajo diferentes actuaciones, probablemente sobre algunos hechos de su vida o también fantaseando con seres imaginarios creados en su inconsciencia y que en su locura cotidiana convivían con él.

Otra vez escribía y escuchaba. Qué magnifico espacio era ese lugar para dedicarse, ¿Por qué no?, a lo mejor de por vida a escribir y a escuchar música. Tenía algún día que poder hacerlo, solo, sin nadie, solo él, sus plumas, su radio y su escritura, ¡qué locura!, a lo mejor, ¿por qué no?, ¿otra vez?, perderse escribiendo.

Cuándo se levantó, escuchó como un susurro a los Toussaint. Al tratar de hacer memoria, escasamente recordó que se había dormido, no sabía qué hora era, probablemente ya obscurecía, con torpeza caminó hacia la ventana y se dio cuenta que caía la tarde, ¡qué tardes tan largas! no sentía que era su costumbre, sin embargo le asistió un recuerdo sobre que cada vez se repetían con mas frecuencia esas interminables siestas, se lavo la cara, también oía el ruido del mar, ¿porque no lo había notado antes?

Cuando por un momento todo calló supo que gritaba, al fin había logrado balancear los sonidos presentes pese a que no atinaba a recordar qué había hecho para asimilarlos.

Nuevamente aparecía ese caos que lo rodeaba ¿Se había convertido, ahora sí en alguno de los actores de esos ensayos?, ¿Era un sueño más o una amalgama de todos?, ¿Acaso esos eran efectivamente sus recuerdos?, ¿Existía salida o realmente estaba encerrado? No sabía realmente quién era, ni por qué estaba ahí por lo que decidió tratar de salir en vano para, según él, encender el automóvil que se imaginaba estaba afuera, para trasladarse: ¿A dónde? Al no poder salir, intentó reinstalarse nuevamente en aquella habitación para escribir y escuchar algo más, ya no pudo hacerlo, repentinamente aparecieron las imágenes en penumbra de un grupo de personas aturdido y que preocupado trataba de acercarse a él. El espacio e imágenes se volvieron confusas hasta el grado que solamente alcanzaba a ver, el legajo de papeles, entonces sintió mutilado su espacio y sobrevino aquella pesadez y recuerdos sobre las noches y no supo si simplemente estas se habían vuelto tan largas que el ya no descansaría, dormiría o escucharía jamás.